
En el cuarto día consecutivo, más de 2.000 empleados —cercana la mitad de la plantilla de auxiliares en Navantia Cartagena— mantienen una huelga indefinida, ahora también respaldada por CSIF, junto a UGT‑FICA.
El paro está dirigido a forzar la ejecución del ‘Plus del Astillero’, una compensación económica por las condiciones específicas en la factoría, y la subrogación efectiva de las plantillas cuando cambian las contratas, compromisos incumplidos del convenio colectivo de 2023. La producción de submarinos y buques militares se encuentra paralizada en pleno proceso, lo que aumenta la presión sobre la dirección de FREMM .
Los trabajadores también denuncian desigualdades comparativas respecto a otros astilleros, como Ferrol o Cádiz, donde ya se aplican complementos similares. FREMM apuesta por el “diálogo social”, asegurando que recopila propuestas para negociar, mientras CCOO no se ha sumado a la huelga, alegando que las mesas técnicas están por abrirse.
UGT‑FICA, con José Antonio Nieto al frente, ha anunciado nuevas acciones, incluida una manifestación en la sede de FREMM para reafirmar su postura de no volver al trabajo hasta lograr un acuerdo. El respaldo de Podemos, que critica la postura del Gobierno regional y el Ayuntamiento de Cartagena, refuerza el tono político del conflicto.
La tensión en los accesos al astillero es palpable: este jueves un despliegue de agentes de la Guardia Civil, incluidos antidisturbios, ha supervisado los cortes en las puertas mientras los piquetes mantienen su presencia .
Con la huelga indefinida sin un horizonte claro y con la industria militar afectada, todas las miradas están puestas en las negociaciones. De no haber avances, el conflicto podría prolongarse y agravar los retrasos en proyectos clave como el submarino S‑82.