
El viernes 20 de junio de 2025, desde el Colegio de Europa en Brujas (Bélgica), el Rey Felipe VI ofreció uno de sus discursos con marcado tono europeísta. Ante 340 graduados —incluyendo 46 españoles— alertó de la “erosión del orden mundial” y la necesidad de que la Unión Europea asuma un papel más fuerte, estratégico y unido.
El monarca, hablando en inglés, pidió avanzar en capacidades defensivas y seguridad europea, advirtiendo que “la seguridad de Europa depende de la OTAN”. Señaló que la UE no puede permanecer en silencio frente a conflictos tan relevantes como la agresión a Ucrania, las hostilidades en Oriente Próximo y los escenarios de inestabilidad en el África Subsahariana.
Felipe VI subrayó además la urgencia de comprometer recursos comunes, estructuras de mando unificadas y potenciar la industria de defensa europea, para hablar con una voz “más eficaz y reconocible” en el contexto global. Apeló al compromiso ciudadano y al sentido de deber: «Europa no puede permitirse el lujo de guardar silencio».
Este discurso, en plena antesala de la cumbre de la OTAN en La Haya (24‑25 de junio), reiteró un mensaje clave: evitar la inacción, reforzar alianzas transatlánticas y construir una UE más sólida y autónoma ante los desafíos geopolíticos actuales.

El 16 de junio de 2025, el Banco Europeo de Inversiones (BEI) anunció una inversión de 1.600 millones de euros para financiar la construcción de la primera interconexión eléctrica submarina entre España y Francia, a través del Golfo de Vizcaya.
El proyecto, gestionado por Inelfe (joint venture entre Red Eléctrica de España y la francesa RTE), contempla la instalación de 400 km de cable, de los cuales 300 km estarán bajo el mar, y está previsto que entre en funcionamiento en 2028. Su objetivo claro: aumentar la capacidad de intercambio eléctrico de 2.800 MW a 5.000 MW, reforzando la seguridad del suministro en la península ibérica y evitando emisiones de 600.000 toneladas de CO₂ al año.
La financiación se estructura en dos tramos aprobados por el BEI: 1.200 millones en préstamos, complementados con 578 millones de fondos europeos del mecanismo Conectar Europa.
Este enlace eléctrico es crucial para suplir la histórica condición de «isla energética» del suroeste europeo. Sirve como respuesta directa al gran apagón del 28 de abril y busca cumplir los objetivos de interconexión de la UE (15 % del total; se espera avanzar del actual ~3 % al 5 % para 2028).
En la firma del acuerdo en Luxemburgo participaron figuras clave como Nadia Calviño (presidenta del BEI), Dan Jørgensen (comisario europeo de Energía), Marc Ferracci (ministro francés) o Beatriz Corredor (presidenta de Redeia), entre otros. Francia ha advertido que el proyecto conllevará costes elevados para reforzar sus redes internas, pese a reconocer que es “clave” para evitar futuros apagones.
Este ambicioso plan constituye un Proyecto de Interés Común para la UE y refuerza la estrategia comunitaria de integración energética, conexión de energías renovables y descarbonización.

La Casa Blanca ha vuelto a intensificar la presión para que los países europeos —incluida España— incrementen su gasto en defensa hasta alcanzar el 5 % de su PIB, según declaró este jueves la portavoz Karoline Leavitt. El argumento central de Washington es que los contribuyentes estadounidenses ya han aportado “miles de millones de dólares” para apoyar la defensa común.
Frente a esta exigencia, el Gobierno de Pedro Sánchez considera la cifra “irrazonable y contraproducente”. En respuesta a una carta del secretario general de la OTAN, Mark Rutte, el presidente propone un esquema alternativo: dedicar un 3,5 % del PIB al equipamiento militar y un 1,5 % a infraestructuras con uso defensivo, evitando un incremento abrupto de fondos en defensa. Según Sánchez, alcanzar ese 5 % implicaría destinar casi 80 000 M € adicionales al año, es decir, casi la mitad del gasto en pensiones.
España cuenta con el porcentaje más bajo entre los países de la OTAN (1,3 % en 2024), aunque se ha comprometido a lograr el 2 % este mismo año. La resistencia española ha generado tensiones diplomáticas, y amenaza con alterar el consenso esperado en la preparación de la cumbre de La Haya los días 24 y 25 de junio.
La portavoz de EE. UU. dejó claro que informaría personalmente al presidente Trump sobre la posición española, reforzando así la presión diplomática. Mientras tanto, la OTAN explora vías intermedias, incluyendo propuestas para compromisos graduales o fórmulas flexibles, aunque varios países del Este y bálticos se alinean con la postura estadounidense.
El resultado de este pulso financiero definirá no solo las próximas prioridades presupuestarias de los Estados europeos, sino también el papel estratégico de la OTAN frente a amenazas como Rusia y China, todo bajo la sombra de un acuerdo no unánime en una Alianza que históricamente ha funcionado por consenso .